El 2025 ya está aquí.
En marzo próximo se cumplirán oficialmente 10 años desde que inicié la carrera de medicina y 3 años desde que culminé el internado médico. Es sorprendente revisar viejas fotos de mis primeras clases y sentir cómo el tiempo parece haberse congelado, al igual que las imágenes que ahora me llenan de recuerdos.
El sueño de ser médico se convirtió en realidad poco a poco, casi sin poder notarlo. Los pases de visita, los ingresos a quirófano, las rondas de preguntas, los sílabos que en su momento parecían interminables, se pierden en la memoria cuando mis colegas, pacientes y alumnos se dirigen a mí como “Doctor Tuesta”.
En estos 10 años viviendo la carrera que me apasiona, he aprendido muchas cosas que me gustaría compartir con ustedes, especialmente si son jóvenes o si aún están por alcanzar la meta (la primera, al menos) de esta interminable maratón.
1. El amor por la medicina debe construirse.
Durante una de las primeras clases que tuve en la universidad, se nos pidió una breve presentación incluyendo el motivo por el cual decidimos estudiar medicina. La respuesta más repetida, y con gran diferencia, fue “porque me gusta ayudar a las personas”.
Existe una falsa creencia de que solo el personal de salud puede permitirse hacer una carrera que permita ayudar al necesitado. La realidad es que cualquiera, desde su posición, es capaz de contribuir a crear una sociedad mejor. Lo hace el maestro que nota los cambios de humor en cada uno de sus alumnos, el abogado que lucha siempre porque sea la justicia la que prevalezca o el empresario que brinda un sueldo justo y oportunidades de crecimiento a sus empleados.
Lo más probable es que los chicos que respondieron de esta manera lo supieran. ¿Por qué, entonces, dar una respuesta tan poco específica y generalista? Lo más probable es que no tuvieran respuesta alguna. El gran porcentaje de jóvenes que abandonaron la carrera luego de este episodio parece confirmar esta teoría.
Uno puede sentirse atraído por la medicina, ya sea porque nuestros padres o abuelos son médicos, porque algún familiar nuestro sufrió alguna fuerte enfermedad que nos cambió la vida o simplemente porque nos gustó mucho House MD o Grey’s Anatomy.
Para conectar, sin embargo, con la profesión médica hay que experimentarla en toda su extensión. La pasión por la medicina suele ser la consecuencia de conocerla en su nivel más puro y bello: al resolver tu primer caso clínico, al aprobar el final que tanto temías, dando tus primeros tímidos pasos en un hospital o sosteniendo la mano de un paciente que no sabes si lo logrará.
Si lo tuyo es ser doctor, recordarás el momento exacto en el que decidiste nunca más abandonar este camino. Ese mismo en el que decidiste que todo el sacrificio que vendría estaría justificado. Porque sabes, dentro de ti, que todo valdrá la pena. (tengo un artículo muy personal sobre este tema, aunque en inglés).
"El amor es una artesanía, no una casualidad."
Jorge Bucay
2. No puedes salvarlos a todos
La medicina, como ese arte y ciencia que busca preservar la vida, se enfrenta constantemente a un fin ineludible: la muerte.
Los médicos, dotados del espíritu filántropo del que Hipócrates se enorgullecía, a menudo cargan el peso de una expectativa imposible, la de salvar a todos. Sin embargo, la realidad se encarga de recordarnos que somos seres humanos tan frágiles y limitados como aquellos que en nosotros confían su salud.
La muerte es, quizás, la más grande certeza de nuestra existencia. Yo existo ahora, por lo tanto, habré de morir después. Un proceso tan natural como lo es respirar, comer o pensar.
La medicina ha ido ganándole terreno a la muerte, algo evidenciable con el incremento de 20 años en la esperanza de vida durante el último siglo. Sin embargo, al final, estamos condenados a perder la batalla.
Como médicos nos tocará acompañar en el tránsito final de la vida a muchos pacientes. Pacientes que recordaremos con mayor claridad que a los cientos que sí pudimos salvar. Enfermedades degenerativas, cánceres diseminados, politraumatismos o intoxicaciones masivas: muchos casos llegarán a nuestras manos que ni con la mejor medicina podremos vencer.
Reconocer esta verdad no nos debilita como médicos; al contrario, nos hace más sensibles, empáticos y conscientes de la complejidad de la vida que nos toca cuidar. Acompañar en el final, aliviar el sufrimiento y asegurar que la despedida sea lo más humana posible también son actos de profunda curación. Es en esa aceptación donde la medicina encuentra su mayor humanidad.
3. Una carrera de resistencia antes que una maratón
El camino médico está plagado de desafíos que no podremos descifrar en los libros ni las clases teóricas. Es en la práctica, en el contacto humano, en la demanda continua y rigurosa, donde realmente se forja el carácter del médico y se interioriza el verdadero significado de esta profesión.
Desde los primeros días de universidad, el esfuerzo parece interminable con las lecturas de biología, anatomía o farmacología. Conforme avanzas, la resistencia deja de ser solo intelectual y se convierte en emocional. Durante la práctica clínica, la realidad te golpea de formas que ningún libro pudo anticipar: pacientes que no mejoran, diagnósticos erróneos, comentarios malintencionados, familias devastadas.
Es fácil sentir que estás quedándote atrás cuando otros parecen avanzar con mayor facilidad. Es normal cuestionarte si estás haciendo lo correcto, si realmente es para lo que naciste, pero aquí está el secreto: no importa llegar primero, el secreto está en encontrar tu ritmo.
Muchas veces ese ritmo lo encuentras al darte cuenta de que el estudio no lo es todo y que necesitas tiempo para ti también. Sin embargo, la presión puede sentirse incluso con una vida balanceada.
¿De dónde puedo obtener ese segundo aire que me permita continuar cuando parece que las fuerzas flaquean?
"Donde sea que el arte de la medicina es amado, también hay amor por la humanidad"
Hipócrates
No solo hablo de amor por el prójimo que sufre de algún mal curable, sino de la humanidad entera. La medicina no trata enfermedades, sino que trata al hombre que padece enfermedades. Para brindar tratamiento a un paciente debemos comprender su fisiología. Somos los primeros testigos en experimentar la fortaleza y resiliencia de un cuerpo y una mente que deciden no rendirse frente a meras estadísticas.
Cómo no sentirse fascinado con aquello que crees conocer a la perfección, pero nunca deja de sorprenderte con algo nuevo.
En la carrera médica, es fácil caer en la deshumanización debido al estrés y las presiones, olvidando el impacto que tienen los actos de compasión y gratitud. Recuerda que está demostrado que sentir la gratitud de las personas se asocia con mejoría en el estado de ánimo y en la calidad de vida. Ninguna profesión ofrece una oportunidad de recibir expresiones de gratitud tan a menudo como la nuestra.
Reconectar con el sentido más humano de la profesión te permitirá disfrutarla más y encontrarle un sentido profundo a la misma. Una vez que la medicina ha hecho sentido para ti, ya no hay más vueltas que darle al asunto.
"Aquel que tiene un porqué para vivir puede soportar cualquier cómo"
Viktor Frankl - El hombre en busca de sentido
Todo estará bien al final y si no está bien, entonces no es el final.